6.100 metros ascendidos, parte con un clima completamente adverso, sin dudas son mucho más que los 800 y algo más que les faltó para hacer cumbre en el Aconcagua.
Las difíciles condiciones climáticas terminaron truncando lo que había sido gestado como una aventura y con el paso del tiempo se convirtió en una travesía que cuatro hinchas de Estudiantes abrazaron hasta último momento.
Y el punto cúlmine de ese sueño era ver flamear en el pico más alto de América la bandera con los colores que más aman, los del Pincha. El "trapo" no era cualquiera. Era uno que los acompañó desde un primer momento, como si fuera un integrante más de la travesía, como si supiera cuál era el espacio que le estaban reservando.
La tela fue testigo de reuniones, horas planificando el viaje, de entrenamiento. También de saludos, abrazos y palmadas en la espalda que transmitían apoyo. El mismo apoyo que desde un primer momento les acercaron varios de los que pusieron a Estudiantes por primera vez en lo más alto del fútbol de América, como el Aconcagua, allá por la década del `60, con la Bruja Verón y compañía dejando testimonio de ello con sus firmas.
La bandera no pudo conocer la cumbre, pero los colores llegaron alto, bien alto, como quisieron estos cuatro expedicionarios que cuentan su historia en la Revista Domingo de EL DIA, que sale mañana.
Las difíciles condiciones climáticas terminaron truncando lo que había sido gestado como una aventura y con el paso del tiempo se convirtió en una travesía que cuatro hinchas de Estudiantes abrazaron hasta último momento.
Y el punto cúlmine de ese sueño era ver flamear en el pico más alto de América la bandera con los colores que más aman, los del Pincha. El "trapo" no era cualquiera. Era uno que los acompañó desde un primer momento, como si fuera un integrante más de la travesía, como si supiera cuál era el espacio que le estaban reservando.
La tela fue testigo de reuniones, horas planificando el viaje, de entrenamiento. También de saludos, abrazos y palmadas en la espalda que transmitían apoyo. El mismo apoyo que desde un primer momento les acercaron varios de los que pusieron a Estudiantes por primera vez en lo más alto del fútbol de América, como el Aconcagua, allá por la década del `60, con la Bruja Verón y compañía dejando testimonio de ello con sus firmas.
La bandera no pudo conocer la cumbre, pero los colores llegaron alto, bien alto, como quisieron estos cuatro expedicionarios que cuentan su historia en la Revista Domingo de EL DIA, que sale mañana.
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